Alejandro Magno fue, sin duda, el hombre más influyente del mundo antiguo. Sus innegables dotes
para el mando y su brillante carisma personal le condujeron en compañía de su ejército a la
consumación de una gesta propia de los héroes mitológicos de los que tanto aprendió gracias a su
mentor Aristóteles.
En un periodo de apenas once años conquistó 3.885.000 kilómetros cuadrados, si bien ese
inmenso imperio resultó tan efímero como la vida del que lo forjó.
En la primavera del año 334 a.C., el ejército macedonio inició la ofensiva sobre Persia. El
objetivo esencial se centraba en la recuperación de las antiguas colonias establecidas en
Anatolia.Ciudades como Mileto, Éfeso o Halicarnaso sufrían los rigores de la ocupación persa; no
olvidemos que los griegos mantenían el viejo sueño de infringir una humillación al ancestral enemigo
oriental desde los tiempos lejanos de las guerras médicas acontecidas un siglo y medio an tes. En
esas contiendas el imperio persa estuvo a un paso de anexionarse toda Grecia y eso no lo olvidaban
los orgullosos griegos, quienes aho ra, por fin, bajo el mando de Alejandro Magno se encontraban en
condiciones de devolver el golpe.
Charles E. Mercer
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