Subir a la Acrópolis de Atenas es una de esas experiencias que marcan profundamente la vida y
el espíritu de cualquier persona medianamente sensible y educada.
Provisto de atuendo y calzado adecuado —lo mejor es, sin duda, camisa ligera, pantalón corto y
alpargatas de esparto— puedes prepararte para la subida degustando un buen café griego en el bar
Diónisos, en la avenida de Dionisio Areopagita, desde donde se puede obtener una visión global de
la Acrópolis.
La impresionante estructura de los Propíleos, que todavía hoy constituye el principal acceso a la
colina, comprende un cuerpo central de seis columnas dóricas en cada fachada y dividido en el
interior en dos vestíbulos por medio de un muro con cinco puertas. A la izquierda, la Pinacoteca con
su espléndido porche, y a la derecha, en primer lugar, el magnífico templo jónico de Atenea Nikê
(Atenea victoriosa) con su secuencia de frisos relativos a la batalla de Platea. Detrás, el templete de
Artemisa Brauronia, y la Calcoteca con su colección de objetos de bronce.
Dionisio Minguez Fernandez
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