Lo que cuenta es comprender a qué estoy destinado, percibir qué es lo que la Divinidad realmente quiere que yo haga; la cuestión es encontrar una verdad que sea verdad para mí, encontrar la idea por la que esté dispuesto a vivir y a morir. ¿De qué me serviría encontrar una verdad llamada objetiva, abrirme paso a través de los sistemas de los filósofos y ser capaz de pasarles revista cuando hiciera falta? [...] ¿De qué me serviría poder explicar el sentido del cristianismo, poder exponer muchos fenómenos particulares, si no tuviera para mí mismo y para mi vida un sentido realmente profundo? [...] ¿De qué me serviría que la verdad estuviese frente a mí, fría y desnuda, indiferente a que yo la reconozca o no, y me produjera más un estremecimiento temeroso que
una devoción confiada?
Sorf.n Kierkegaard, Diarios
Kierkegaard fue de lejos el pensador más profundo del siglo pasado.
Kierkegaard era un santo.
Ludwig Wittgenstein
Solé, Joan
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